En memoria de Pilar.

El diccionario define la palabra dignidad como: cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden. Esta es una palabra que nos ofrece una definición fría siempre que no la encarnemos en personas de carne y hueso, en procesos y luchas concretas.

 

Hace unos días nos enterábamos del fallecimiento de Pilar, una de las vecinas más veteranas de Las Californias. Una de las mujeres que encarnarían a la perfección la categoría dignidad. Pilar llevaba décadas afincada en el barrio, había echado raíces en sus calles y era una vecina respetada, de referencia cuando había problemas en el barrio.

 

Nuestro vínculo con ella se traslada casi veinte años en el tiempo, cuando el barrio de Las Californias estaba asolado por la especulación y el abandono institucional, que se traducía en problemas de convivencia, seguridad y drogas. Ante este panorama, Pilar fue una de las personas que ayudó a tejer complicidades y construir definiciones compartidas de la realidad entre el vecindario de toda la vida, la asociación vecinal y el Centro Social Seco. Una de las líderes indiscutibles de la Comisión de Afectados que nos ayudó a pilotar la remodelación del barrio, logrando que no se procediera a la expulsión de los vecinos y sin la desaparición del centro social.

 

El nuevo vecindario, las urbanizaciones imponentes, las calles arregladas, el edificio Memoria donde vivió hasta el final de su vida, el parque, el huerto comunitario o los equipamientos tienen mucho de personas como Pilar. Aunque casi nadie lo sepa, aunque casi nadie lo cuente, queríamos con estas palabras recordar a una persona digna, a la que además nos unía el cariño fraguado en movilizaciones, encierros, reuniones interminables, visitas a despachos de toda condición, entrevistas con medios de comunicación, comidas populares… Humilde y grande en iguales proporciones.

 

Ahora que andamos de reuniones sobre la importancia y la fórmula que debe tomar la memoria del barrio, en la nueva Plaza de Las Californias, son historias anónimas como la de Pilar, como la de Francisco, como la de Luis… las que dotan de sentido a este ejercicio. Porque fueron somos, porque somos serán.