Debido a las elevadas temperaturas y a la ausencia de lluvias de estos últimos meses, consecuencias directas del cambio climático, los expertos estiman que la aparición de la procesionaria del pino se ha producido de forma prematura y tendrá mayor incidencia que otros años.
La procesionaria del pino (Thaumetopea pitycampa) es un insecto lepidóptero de la familia Thaumetopoeidae. Se trata de una mariposa nocturna típica del mediterráneo, que hace la puesta en los pinos (también en cedros y abetos) y, tras pasar por cinco estadios larvarios, forma las características hileras o filas (“procesiones”) de orugas durante su desplazamiento por el suelo.
Las orugas tienen a lo largo de su cuerpo cerca de 500.000 pelos “especiales” parecidos a pequeñas flechas, de muy pequeño tamaño, que utilizan como defensa frente a los depredadores. El contacto con los pelos de la oruga puede producir distintas afecciones. En caso de contacto, es recomendable lavar con agua fría sin frotar la zona afectada, para retirar los pelos de la oruga que hayan quedado sobre nuestra piel, y aplicar frío local, así como usar cremas hidratantes calmantes con aloe vera. No hay que rascarse ni frotar dicha zona, ya que lo único que conseguiremos será aumentar la sintomatología al clavar más y rozar los pelos de la oruga en nuestra piel o mucosas. Además, el rascado intenso puede producir heridas que podrían infectarse. En casos más persistentes, será necesario un tratamiento sintomático con cremas de corticoides, antihistamínicos orales y analgésicos, en caso de tener dolor. Si las reacciones son más graves o empeoran, requerirán acudir al médico.
Los peligros de la procesionaria para los perros
Algunos de los principales síntomas del contacto con la oruga que los perros pueden manifestar son inflamación del hocico y cabeza, picores intensos en las partes afectadas y abundante salivación. En caso de que lleguen a comérselas, la ingestión del tóxico que lleva el insecto puede provocar la necrosis de lengua y garganta, y a consecuencia de ello, la muerte del animal.
Por ello, recomienda prestar atención al perro durante los paseos y llevarlo con correa para evitar un acercamiento a la procesionaria con las peligrosas consecuencias que conlleva.
En caso de sospecha de contacto con alguna oruga es conveniente lavar la boca con abundante agua y, sin perder un segundo, llevarlo rápidamente al veterinario, pues avisa que el tiempo es un factor crucial en la gravedad del proceso. Se puede sospechar que el perro ha estado en contacto con la procesionaria si presenta síntomas como nerviosismo, que el can puede expresar rascándose la boca desesperadamente o frotándose contra el suelo.
A su vez, destaca, entre otros, la salivación excesiva, los vómitos y la hinchazón de la lengua y/o los labios, que le pueden provocar asfixia y convulsiones. Los expertos enfatizan la urgencia con la que se debe trasladar al perro para recibir atención veterinaria, ya que la muerte de la mascota puede producirse entre las dos primeras horas después del contacto.
Con datos del pasado año, sumados los 21 distritos de Madrid se alcanza la cifra de 282.315 perros censados, de los que 7.942 viven y habitan por las calles de Retiro. Así pues, es comprensible que sea grande el nivel de alarma alcanzado por la presencia de las orugas entre las ciudadanas y ciudadanos que todos los días pasean a sus mascotas.
Nota: Información del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid y Animal's Health (Periódico digital salud animal)