Las Californias aparecía como una periferia en los antiguos mapas de Madrid, un conglomerado de casas bajas y alguna nave industrial junto a las vías del tren y el arroyo Abroñigal. Un rincón de la ciudad con nombre propio, que a pesar del paso del tiempo, de terminar absorbido por la gran ciudad y de desaparecer administrativamente supo, mantener su identidad. En este pequeño entramado de calles muchas personas pasaron décadas de sus vidas: jugaron en su infancia, se enamoraron, tuvieron...